El desayuno que los niños deberían llevar al cole
31/03/18
La planificación, los ingredientes saludables y la participación de los niños ayudan a que aprendan a comer sano y sean felices.
Prisas constantes, estrés y, sobre todo, escasez de tiempo. Así es la rutina diaria de muchos padres que pugnan por conciliar su jornada laboral con la crianza de los niños y que a veces sienten lo duro que es no poder prestarles toda la atención que quisieran. Y aunque su alimentación es una de las cosas que más cuidamos, los recursos fáciles como la comida rápida o la bollería industrial, que ahorran tiempo pero repercuten en la calidad de su dieta, pueden poco a poco ganar terreno a la hora de preparar las comidas que hacen fuera de casa. Por eso es fundamental no dejar nada a la improvisación y aprovechar cuando más tiempo tengamos, como el fin de semana, para planificarlo adecuadamente.
Si lo que queremos es preparar un aperitivo para la hora del recreo, el objetivo es que haya un pequeño extra de energía entre el desayuno y la comida, un tipo o dos de alimentos que ajusten también la sensación de apetito con la que llegan a la comida. Lo mejor son los alimentos ricos en hidratos de carbono de absorción lenta, como frutas enteras (no en zumo) o aquellos con base de cereales, como un bocadillo pequeño (con pan integral, a poder ser) con algo bajo en grasas saturadas, como jamón o tortilla francesa. Alimentos como la crema de cacao, las mantequillas o el queso de untar deberían usarse solo ocasionalmente, ya que son ricos en grasas saturadas y presentan una gran cantidad de calorías en un volumen muy pequeño, además de no tener tanto poder saciante. Lo mismo ocurre con los frutos secos o las galletas (eso sí, sin relleno), que aunque tienen azúcar y grasa también contienen cereales. No hace falta evitarlos siempre, pero sí limitar su uso.
Entre fruta y verdura, se recomienda que haya cinco raciones al día. Por ello, es importante que en cada una de las comidas diarias que hacemos esté presente una u otra y que a media mañana haya casi siempre fruta. Los lácteos no son muy prácticos para el recreo, ya que el niño dispone de poco tiempo y tendría que andar tomándose el yogur con cuchara, por lo que al final beberá yogures líquidos, que tienen un alto contenido de azúcar e hidratos de carbono de absorción rápida, que elevan la cantidad de glucosa y si no se usan inmediatamente (como hacen los deportistas) se almacenan en forma de grasa. Tampoco contribuyen a la sensación de saciedad o de control del apetito. La cantidad sugerida es la de dos o tres raciones de lácteos al día, pero una de ellas suele ir ya con el desayuno y otra en la comida o la merienda. Si queremos incluir un lácteo en su mochila, puede ser en forma de bocadillo de queso, por ejemplo.
Las proteínas, por su parte, contribuyen al crecimiento, y las frutas y verduras tienen una función reguladora y constituyen la principal fuente de vitaminas y minerales, indispensables para regular las funciones del cuerpo.
La alta disponibilidad de alimentos, así como la ingente cantidad de información disponible para los padres, lleva a concluir que la calidad de la alimentación ha mejorado en los últimos años. Otra cosa, es que luego los padres hagan la elección adecuada.
Pero con un 28% de los menores con algún tipo de problema de sobrepeso, el problema no está solo en la dieta sino en la escasa actividad física: Antes se jugaba en la calle; ahora todo es ocio de pantalla y en la casa. Hay más transporte escolar, se camina menos, los horarios de trabajo de los padres son muy extensos y tienen menos tiempo para pasarlo con los hijos fuera de casa…
Por eso te animamos a que tus hijos y tú también, prueben nuestras clases de Mugendo.
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