El almuerzo que los niños deberían llevar al cole
02/04/18
Si lo que queremos es mandar una comida completa desde casa, deberemos asegurarnos de incluir varios grupos de alimentos de origen vegetal y animal.
Aproximadamente una cuarta parte deben de ser alimentos con alto contenido en proteínas, como pescado, pollo, pavo, legumbre… Ocasionalmente, carne roja. Otra cuarta parte correspondería a alimentos basados en cereales, preferiblemente integrales y de grano entero, como pasta o arroz, que pueden ir como primer plato o como guarnición; una tercera parte o más de verduras u hortalizas, que aportan hidratos de absorción intermedia, fibra, vitaminas y minerales; y finalmente una fruta (preferiblemente) o un lácteo de postre.
Al final, conviene recordar que no hay ningún alimento que por sí solo haga una dieta buena o mala: lo que importa es el conjunto; unas comidas se pueden complementar con otras.
Cada nutriente cumple unas funciones distintas, y conviene que todos estén presentes en la dieta. Los hidratos, por ejemplo, tienen una importante función energética. La mitad de las calorías que consumimos vienen de los hidratos de carbono, que se van a usar para la obtención de energía. Para que nuestro cuerpo funcione con normalidad y que el niño tenga energía para sus actividades diarias.
Y no más de una tercera parte de estos deberían ser de absorción rápida (repostería, batidos, zumos envasados, postres lácteos como el arroz con leche o las natillas, refrescos…). Las proteínas, por su parte, contribuyen al crecimiento, y las frutas y verduras tienen una función reguladora y constituyen la principal fuente de vitaminas y minerales, indispensables para regular las funciones del cuerpo.
La responsabilidad de los padres no se limita solo a la calidad de la dieta con que proveen a sus hijos. La educación es esencial ya que el niño hace y come lo que ve. Si un niño no come fruta o verdura es porque sus padres tampoco lo hacen… Los padres han de tomar el mando de la dieta; hay que normalizar la presencia de estos alimentos. Si el pequeño ve que la fruta o la verdura es habitual en su casa, es menos probable que la rechace. Y luego, dejar un hueco a la creatividad: Hay que intentar hacer preparaciones que sean atractivas; a lo mejor el fin de semana, cuando tenemos más tiempo. Y que el niño participe en la elaboración de la comida o en el diseño del plato, colocando los ingredientes o realizando algunas tareas. Nos puede ayudar a empanar o rebozar las croquetas… Es verdad que eso significa que nos llevará más tiempo, pero compensa porque así se familiariza con los alimentos.
Finalmente, otro pequeño truco es el de alternar cosas que gustan más con cosas que gustan menos, y cuando hacemos grandes cantidades congelar las porciones sobrantes para otros días; así evitamos que el niño se aburra.
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