No cuentes los vasos de agua que bebes. Hiponatremia asociada al ejercicio
13/05/2017
¿Qué le sucede a nuestro organismo si lo obligamos a consumir más líquido del necesario?
¿Es posible un envenenamiento por exceso de agua?
Al parecer, sí, pero con matices. Del mismo modo que la deshidratación provoca serios daños a nuestro cuerpo, empezando por los riñones, los científicos advierten de que la sobrehidratación tampoco es recomendable.
En los últimos tiempos ha aumentado el número de personas que no se separan de su botella de agua ni para ir al baño, que visitan con más frecuencia que el común de los mortales. No se trata de deportistas o corredores que necesitan hidratarse más de lo normal, sino de ciudadanos sanos que van por la calle, el metro o el autobús bebiendo a chupitos de un recipiente, siguiendo un mito ya desmontado de que debemos beber entre los dos y los dos litros y medio de líquidos al día, no solo se refieren a agua, sino a toda clase de bebida e incluso comida (como frutas y verduras).
¿En qué momento debemos parar la borrachera de agua?
El límite lo marca su sed.
El porcentaje de gente que bebe menos agua de la que debería todavía es mucho mayor que el de población que se excede, pero es curioso que en los últimos años observemos este fenómeno de personas que siguen ciertos hábitos de vida saludables y van a todas partes con su botella. Ni es cierto que consumir más agua de la recomendada ayude a adelgazar o mejorar la salud, ni hay unos litros de agua estrictos: todo depende de algo tan sencillo como la sed. El ser humano ha sobrevivido desde los primates hasta el siglo XXI gracias a la sed, porque bebíamos solo por necesidad. Ahora bebemos porque tenemos más acceso a la información y pensamos en número de vasos de agua al día.
Desde el punto de vista cardiocirculatorio o metabólico, beber más vasos de agua de los recomendados no debería suponer un problema grave porque el cuerpo lo filtra y elimina. No se conocen patologías por sobrehidratación, salvo los casos graves de atletas y deportistas de élite que, si beben en exceso, mucho más de lo que el cuerpo puede asimilar, sí pueden sufrir fracaso cardiovascular.
No cuente los vasos de agua.
Un estudio de la Universidad de Monash (Australia) ha demostrado que el cerebro tiene un mecanismo de defensa que se activa cuando se detecta que está ingiriendo más líquido del necesario. La investigación australiana consistía en registrar, mediante resonancia magnética, la actividad cerebral y el esfuerzo que implicaba beber agua en dos situaciones: con sed, después de hacer ejercicio intenso, y sin sed, después de haber consumido previamente grandes cantidades de agua.
Las pruebas cerebrales observaron, en los casos del consumo excesivo, una hiperactividad prefrontal asociada a la inhibición del reflejo de deglución. Es decir, se producía la sensación de “cerrarse la garganta” y costaba hasta tres veces más esfuerzo tragar el líquido. El problema, no obstante, es que en ocasiones no atendemos a esta sensación de saciedad, y seguimos bebiendo porque pensamos que necesitamos cumplir más vasos de agua al día.
Michael Farrell, coordinador de la investigación: “Se ha dado caso de atletas de maratón a los que se les ha recomendado sobrehidratarse y han fallecido, en ciertas circunstancias, por beber agua muy por encima de sus necesidades. En el estudio, por primera vez, comprobamos el esfuerzo que hacemos cuando bebemos en exceso, lo que significa que tenemos que superar algún tipo de resistencia cerebral”.
Los primeros casos de deportistas fallecidos por sobrehidratación se empezaron a detectar en los años 80, en competiciones de larga duración, que implicaban un reajuste de hidratación durante varias horas. Es la llamada ‘hiponatremia asociada al ejercicio’ (EAH, por sus siglas en inglés).
La sobrehidratación, en estos casos, produce un desequilibrio hidroelectrolítico y un aumento de la presión intracraneal, cefaleas, náuseas, vómitos, agitación, confusión mental, y podría llegar a provocar convulsiones, coma y muerte, como le ocurrió a la atleta Cynthia Lucero en el Maratón de Boston de 2002. Si se detecta a tiempo, se puede corregir administrando una solución salina hasta que se recupere el equilibrio.
En los años 80 los casos de hiponatremia afectaban más a atletas de élite en triatlón, ironman, escalada extrema o ultramaratón, últimamente se ha observado un aumento de la incidencia de EAH en maratones y carreras populares, deportes de equipo, entrenamientos militares americanos e incluso clases de yoga.
Aquí es cuando lo de beber agua masivamente se nos ha ido de las manos.
Bebe cuando tengas sed, ni por encima ni por debajo. Y si nos planteamos competir en en pruebas largas, de más de cuatro horas, y bajo ciertas condiciones climáticas, deberíamos entrenar con profesionales que nos enseñen a regular los niveles de sodio y a medir nuestra propia hidratación en marcha.
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